jueves, 29 de julio de 2010

Erich Fromm, en "Anatomía de la destructividad humana" dice:
"Clínicamente hablando, cualquier persona socialmente disfuncional que se siente autorizada a usar su poder para controlar a otras personas por las que se siente amenazada, o que vive una fantasía pretenciosa, en lugar de la realidad, y que se ve a sí misma consistentemente como superior a sus compañeros y anhela ser reconocido como tal, reúne los requisitos del denominado trastorno narcisista de la personalidad"
Desde el punto de vista freudiano de la psico-patología evolutiva, la estructuración de una personalidad narcisista, implica una detención o fijación del desarrollo de la persona a etapas infantiles de profunda gratificación, o en una regresión del individuo a estos períodos, por su incapacidad para tolerar y enfrentar los retos y fracasos que la maduración y la vida le imponen.
Los psicoanalistas distinguen varios tipos de narcicismo:
1. El dependiente.
El enfermo siente una gran necesidad de ser amado y jamás se siente satisfecho. Nunca recibe suficiente amor, tiene miedo al abandono y al rechazo. Su problema principal es que no es capaz de quererse y cuidarse a sí mismo y se centra en dar amor a los demás para así conseguir su aprobación y su cariño.
2. El amante especial.
Piensa que nadie puede amar a su pareja como él o ella. Idealiza al amor y a la persona amada, a quien no ve como realmente es. El resultado es siempre una decepción. Son muy vulnerables a cualquier ofensa y arrastran heridas de anteriores relaciones. No toleran ninguna imperfección en su pareja.
3. El poderoso.
Está enamorado del poder y lo expresa humillando o aterrorizando a los demás. Lo único que le importa es su carrera y su éxito. Su pareja suele ser una persona atractiva que exhibe como un trofeo.
4. El "cuerpo".
Es un tipo de narcisismo muy habitual hoy en día. Su imagen tiene una enorme importancia y su autoestima está unida a dicha imagen. Necesita gustar a todo el mundo y que todo el mundo reconozca su belleza para sentirse una persona valiosa. Obsesión por tener el cuerpo perfecto. Tiende a negar sus problemas y a centrarse en su físico, como si el hecho de lograr la perfección física fuese a solucionar todos sus males.
5. El furioso.
Tiene estallidos de rabia frecuentes debido a su hipersensibilidad ante cualquier ofensa real o imaginada. Tiende a ver malas intenciones en las acciones de los demás. Debajo de esa furia tiende a ocultar tristeza, vergüenza o desesperación.
6. El estafador.
Es una persona encantadora cuyos motivos son absolutamente egoístas. Pretende utilizar y explotar a los demás utilizando ese encanto personal. Le divierte engañar al amante confiado con infidelidades, fraudes, etc. y disfruta planeándolo. Su autoestima aumenta al verse capaz de hacer ese tipo de cosas. Las normas morales no se las aplica a sí mismo.
7. El fantasioso.
Su mundo interior es muy rico y está poblado de fantasías, de belleza, admiración, amor, éxito y mundos maravillosos, mientras que considera la realidad un fastidio del que querría escapar. Algunos adolescentes se pueden identificar con el héroe de un videojuego y confundir la fantasía con la realidad.
8. El mártir.
Su identidad está construida alrededor del hecho de ser una víctima o un superviviente de algo terrible. Se centra en sí mismo y en su propio dolor, que nunca llega a superar y no tiene tiempo para nadie más. Dentro de ese dolor se siente grande. Es ese mártir al que todos deberían admirar por haber sufrido tanto. Tiende a exagerar su dolor. En realidad, es una forma de evitar el verdadero dolor y los problemas reales que hay en su vida y en sí mismo. "Mi dolor es tan grande que me impide pensar en otras personas o hacer otras cosas".
9. El salvador.
Es probable que tenga un trabajo relacionado con la ayuda a los demás, al que dedica todo su tiempo porque "lo necesitan". Sin embargo, siempre acaba pidiendo algo a cambio, como sexo o dinero. Es frecuente en ciertos líderes religiosos de sectas.



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